viernes, 1 de abril de 2016

LEYENDA DE RÓMULO Y REMO

En las rieberas del Tíber (Italia) había una ciudad llamada Alba Longa, en la que reinaba el rey Numitor. Como cualquier rey de leyenda, tenía un hermano, Amulio, que ansiaba el poder y consiguió arrebatárselo. 
De este modo Amulio desterró a su hermano, mató a sus hijos varones y condenó a su hija Rea Silvia a ser sacerdotisa del tempo de Vesta, de manera que tuviera que mantener la virginidad y no tener descendencia. Los planes del malvado tío se truncaron cuando el dios de la guerra Marte dejó embarazada a la joven de gemelos. Rea Silvia dio a la luz a  Rómulo y Remo y para protegerlos los depositó en una cesta en el río Tiber.
Rea Silvia, de Jacoppo della Quercia, 1414


La cesta encalló en la zona de las siete colinas y los niños fueron encontrados por la loba Luperca que los amamantó y consiguió sacarlos adelante. El otro día una compañera de un muy querido grupo de facebook comentaba lo feo que era el bicho en cuestión de la primera escultura, inlcuso no llegaba a distinguir que se trataba de un lobo. Se trata, seguramente, de una escultura medieval a la que se le añadió posteriormente los dos niños.

Loba capitolina



Un poco más adelante fueron encontrados por un matrimonio de pastores que los cuidó hasta que los gemelos se enteraron de quienes eran y de los crímenes de su tío. Volvieron a Alba Longa, mataron a Amulio y devolvieron al trono a su padre. Los gemelos recibieron en agradecimiento a las tierras donde les había amamantado la loba.

El problema es que los hermanos no se pusieron de acuerdo en qué lugar exacto fundar la ciudad, Rómulo quería hacerlo sobre el monte Palatino y Remo sobre el Aventino. Rómulo marcó los límites de la ciudad con un arado y juró matar a todo aquel que los traspasara sin su permiso. Su hermano Remo se burló de él cruzándolo y Remo lo mató allí mismo y lo enterró en la cima del monte.


La fundación de la ciudad se data aproximadamente en el 753 aC, que para los romanos se conocía como el año 0 de su era.

EL RAPTO DE LAS SABINAS

Por si os interesa la historia, añadiré un trocito más de la aventura de los inicios de los romanos que dio lugar a una de mis esculturas favoritas. Resulta que la recién fundada ciudad estaba compuesta principalmente por hombres, que evidentemente necesitaban mujeres para prosperar. Cuenta la leyenda que raptaron a las mujeres de un pueblo vecino: los sabinos.
Para ello el rey Rómulo organizo unos juegos  deportivos  a los que invitó a los pueblos vecinos, entre los cuales destacaron los sabinos. A una señal de rey, cada romano raptó a una sabina y expulsó a sus hombres. Cuenta la fantasiosa historia que las mujeres, lejos de enfadarse, se alegraron porque los romanos querían casarse con ellas y porque eran un pueblo elegido por los dioses.
Ellas, que al fin y al cabo no eran tan tontas, pidieron a cambio sólo encargarse del telar y no tener que hacer ningún trabajo doméstico.
Un poco más tarde, los hombres sabinos volvieron a Roma enfadados y estuvieron a punto de la batalla, aparecieron las sabinas para evitar el enfrentamiento y así consiguieron no perder ni a sus maridos ni a sus padres y hermanos. Los dos pueblos se reconciliaron y el rey sabino pasó a reinar junto con Rómulo la ciudad.


El rapto de las sabinas, Giambologna, 1580c.
El rapto de las sabinas de Jean Jaques Louis David, 1799













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