Se acercan las Navidades y es la típica época del año donde los juguetes nos asaltan en cada esquina. La publicidad llena nuestros buzones (a pesar del consabido cartelito de que la comunidad de vecinos no acepta publicidad), llena los espacios publicitarios de la tele, de las calles, de los centros comerciales, de los canales de youtube...
La época del consumismo ha llegado, pero también la de la ilusión.
¿Cómo planteamos los reyes con nuestros hijos? ¿Les pedimos a Sus Majestades una cantidad exagerada de cosas? ¿Cuántos juguetes necesitan los peques?
Desde mi punto de vista demasiados juguetes son siempre un error de planteamiento.
Y mis ideas vuelan hoy hacia aquellos juguetes de tipo artesanal, cuidados en su fabricación y en su venta. Aquellos cargados de sentimiento por la persona que los pide por carta a Oriente y por el niño que los recibe con ilusión.
Son aquellos juguetes que después recuerdas toda tu vida, que llenan tus recuerdos de felicidad.
Eso ha traído a mi mente este juguete del Antiguo Egipto que vi hace años en la carrera, aunque ya de época greco-romana. No necesita explicaciones, ¡es maravilloso! Creo que me hubiese encantado jugar con él de pequeña,
¿De qué animalito se trata? Un caballito tal vez, un tigre...
¿Lo comparáis con los modernos?
Si pudierais elegir entre los dos ¿Cuál compraríais?
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